martes, 12 de agosto de 2008

Salvatierra - Pedro Mairal

Por Yasmin Olid

Hay libros que da miedo presentarlos. Algunos porque hubiese sido mejor no leerlos, otros, como Salvatierra de Pedro Mairal, por miedo a no estar a su altura. Para hablar de Salvatierra tendría que escribir oraciones perfectas. De la longitud, pero sobre todo, de la cantidad de palabras justas.
La historia es sencilla. A los nueve años, Juan Salvatierra es arrastrado por un caballo y en consecuencia queda mudo. Tras una infancia solitaria, comienza a pintar una serie de pinturas donde retrata su vida en Barrancales, Entre Ríos. Tras su muerte, sus hijos vuelven a su pueblo para hacerse cargo de su herencia: un galpón atestado de rollos de pintura que su padre pintó a lo largo de 60 años. Para conocer más a su padre y salir de la sombra que su mudez le produjo, el hijo menor se dedica a ordenarla. Sin embargo, junto a la pintura, desenrollará la trama de una historia familiar que parecía sencilla pero que, como en todas las familias, oculta más de lo que dice.
Con el correr de las páginas, uno entra en un estado de sopor como el de Barrancales, el pueblo que Mairal inventó para situar su novela.
Sin duda Salvatierra tiene un estilo borgeano. Piglia no dudaría en definirlo como un cuento clásico. Una historia explícita, un hijo que quiere promover la obra de su padre, y una historia oculta que se va entrelazando en el relato y que al final se adivina con un giro asombroso, pero esperado.
El presente se resignifica a partir de un pasado pintado. La búsqueda de la finitud se ve tanto en la obsesión por el rollo perdido como en el ritmo narrativo lento a pasar del continuo movimiento. Las palabras fluyen como el río Uruguay, pero sobre todo, como la pintura de Salvatierra. No obstante llega un momento en el que, si el lector es un bicho de ciudad, cierra el libro en busca de un poco de vértigo. Las oraciones, tan perfectas, pueden llegan a inquietar al lector.
Salvatierra fue la “tesis” que Mairal escribió para recibirse en el mundo de la literatura argentina y llegar a su madurez literaria, separándose de sus pares contemporáneos. El escritor, que en 1998 se daba a conocer por Una noche con Sabrina Love se aleja de sus personajes anteriores y crea a un adulto mediocre de 45 años, lográndolo de una forma admirable. Quintín describió perfectamente a Mairal: “sería como un escritor viejo, al que no hay que pedirle que esté al día con los cánones porque llegó antes”, y es exactamente como se lo percibe.
Pedro Mairal Nació en Buenos Aires en 1970. “Una noche con Sabrina Love” fue su primera novela por la que recibió el Premio Clarín en 1998 y fue llevada al cine en 2000. También publicó un libro de cuentos titulado “Hoy temprano” (2001) y dos libros de poesía “Tigre como los pájaros” (1996) y “Consumidor final” (2003). Su segunda novela fue “El año del desierto” (2005).
Salvatierra no puede ser completamente venerada pero tampoco abuchada. No se puede negar que para los asiduos lectores de Mairal la novela resulte muy probablemente aburrida, quizás demasiada madura pero, otra vez, su perfección también tiene su lado bueno.
Mairal dijo sobre su propia obra, “Salvatierra es una especie de ideal a cumplir: disfrutar haciendo tu obra y después que los demás hagan lo que quieran”, y es aquí donde se entromete la arista psicológica y autobiográfica de la historia. Mairal, a pesar de ser mediático (dentro del mundo de la literatura), no deja de ser un joven escritor que alguna vez se sintió apabullado con tantas luces apuntando hacia el. En el fondo, y no tanto, Salvatierra es una especie de antítesis extrema del autor, y se sabe que uno siempre quiere se un poco de eso que no es.